domingo, 27 de noviembre de 2011

LA NUEVA CULTURA DEL AGUA



En la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en Nueva York el pasado mes de septiembre, se reunieron más de un centenar de jefes de Estado y de Gobierno para tratar el problema de la desertificación y la sequía que está afectando de una manera alarmante a nivel global.

En su discurso de apertura de la reunión, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, señaló el principal objetivo marcado por la Asamblea: el fin de la degradación del suelo en una década. "Recientes estudios muestran que la degradación del suelo está ocurriendo en áreas húmedas y tropicales a una velocidad mayor que nunca - afirmó el Secretario General -. Se trata de un fenómeno que en la actualidad afecta a todas las regiones del mundo. Adoptemos hoy como meta el fin de la degradación del suelo a finales de esta década. Convirtamos al uso sostenible del suelo en un eje central de la economía verde para la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible". Este llamamiento refuerza y está en la línea de las directrices trazadas el pasado año con el lanzamiento por parte de la ONU del Decenio para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación, iniciativa que se acordó ante la preocupación por el ascendente deterioro de la situación de la desertificación en todas las regiones del mundo y sus implicaciones para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y muy particularmente para erradicar la pobreza y garantizar la sostenibilidad medioambiental.

El presidente de la sesión de la Asamblea, Nassir Abdulaziz Al-Nasser, alertó de la gravedad del proceso que se está desarrollando a nivel global: "Los tres pilares del desarrollo sostenible se desvanecerán a menos que la desertificación, la degradación del suelo y la sequía se traten con urgencia en todas y cada una de las partes del mundo en la que se den". Al-Nasser aseguró asimismo que muchos líderes de la Asamblea apoyan el establecimiento de un panel de asesores para fortalecer la base científica del trabajo que se va a tener que desarrollar a nivel mundial, uno de los aspectos fundamentales para alcanzar los objetivos impuesto de aquí a 10 años.

La Asamblea también concluyó que uno de los objetivos fundamentales a conseguir es la creación de una red política mundial y un marco de supervisión para mejorar las actividades de financiación que llevan a disponer de medios para resolver los problemas del suelo y para construir un mundo con una degradación del suelo "cero".

Especial relevancia tuvo en la Asamblea las intervenciones de los delegados de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) que fue adoptada por los países miembros el 17 de junio de 1994 en París y que es el único acuerdo internacional legalmente vinculante que relaciona el medio ambiente, el desarrollo y la promoción de la salud del suelo. Luc Gnacadja, secretario ejecutivo de la CNULD, subrayó durante la Asamblea: "Para que la vida en la Tierra sea sostenible, debemos construir un mundo con una degradación neutral del suelo. Si no llevamos a cabo acciones decididas para proteger, restaurar y gestionar la sostenibilidad de la tierra y del suelo, no conseguiremos paliar el cambio climático, proteger la biodiversidad y los bosques y los Objetivos de Desarrollo del Milenio". A partir de esta Asamblea de la ONU y en las próximas sesiones de la CNULD, se perfilarán las directrices y la creación de una red política mundial y se creará un marco de supervisión para resolver los problemas de la degradación de la tierra.

Así mismo, todos los miembros coincidieron que si no se cumplen estos objetivos será muy difícil poder paliar la pobreza rural, el hambre y alcanzar la seguridad alimentaria a largo plazo así como la resistencia a las sequías y a la falta de agua. Por otra parte, si no se trata como es debido esta situación se generarán más conflictos políticos por la escasez de recursos y más migraciones forzadas.

La Fundación We Are Water comparte los objetivos de ámbito global de la CNULD y su filosofía se enmarca en los Objetivos de Desarrollo del Milenio marcados por la ONU. Estos principios están presentes de una manera activa en sus proyectos de cooperación algunos de los cuales, como los de Bosawas, Gajikunta y Etiopía, intervienen directamente en paliar los efectos de la desertificación, degradación del suelo y la sequía.

Datos alarmantes de degradación

En la Asamblea se mostraron datos que alertan de la gravedad del problema. Cada año se pierden alrededor de 24.000 millones de toneladas de suelo fértil, con un estimación de incremento de pérdida en los últimos años de entre 30 y 35 veces. Además, debido a los fenómenos de desertificación y sequía provocados por la intervención humana, unas 12 millones de hectáreas se convierten cada año en auténticos desiertos.

También se señaló que la degradación del suelo es un fenómeno global. De hecho, el 78 % de las tierras que se están degradando no están en las zonas secas; como muestra una reciente publicación de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que indica que 900 millones de hectáreas de suelo degradado todavía ofrecen oportunidades de restauración.

En la Asamblea se reiteró la necesidad urgente de una mayor concienciación internacional sobre el tema que afecta alarmantemente la sostenibilidad del planeta y se hizo hincapié en la prioridad de lograr una acción enérgica para revertir el problema. Estos puntos fueron resaltados por el presidente de Namibia, Hifikenye Pohambo, quien añadió: "La degradación del suelo es un problema mundial, por lo que éste debe ser abordado a través de esfuerzos conjuntos y cooperación".

Desertificación y desierto, dos conceptos distintos

Es importante clarificar el significado de desertificación sobre el que va a trabajar la ONU durante los próximos 10 años.

Según la definición internacional establecida por la CNULD, la desertificación es la degradación de las tierras áridas, semiáridas y zonas subhúmedas secas, y este fenómeno está causado principalmente por las acciones humanas y por las variaciones climáticas. Por ello, cuando se habla de desertificación en ningún caso se habla de la expansión de los desiertos existentes. Este fenómeno está causado por la extrema vulnerabilidad a la sobreexplotación y al uso inapropiado de la tierra de los ecosistemas de las tierras áridas, que cubren una tercera parte del total de la Tierra.

La pobreza, la inestabilidad política, la deforestación y unas prácticas de regadío incorrectas pueden minar la fertilidad de las tierras. La alteración del ciclo natural del agua está siempre presente en estos procesos y es causada tanto por las acciones humanas directas en el entorno como por el cambio climático.

La zonas secas viven una alto grado de estrés por la falta de agua

La Asamblea trabajó con datos provenientes de estudios científicos de la ONU y la FAO que señalan la relación existente entre la disponibilidad y la escasez de agua, por una parte, y la sequía y la aridez, por otra, ya que el agua actúa como una materia prima fundamental para el suelo, la producción primaria y el reciclaje de nutrientes.

Uno de los datos más relevantes que muestran la gravedad del problema es el hecho de que si cada persona necesita un mínimo de 2.000 metros cúbicos de agua al año, los habitantes de las zona árida sólo disponen de 1.300 y todo apunta a que esta cifra decrecerá en los próximos años. Por otra parte, en la tierras secas, la escasez de agua es mayor y ésta aumenta a medida que lo hace la aridez del suelo. En la actualidad, la escasez de agua está afectando a entre 1.000 y 2.000 millones de personas en el mundo y la mayoría de ellas viven en zonas secas.

Asimismo, debido al cambio climático, se calcula que alrededor de la mitad de la población mundial en 2030 vivirá en zonas afectadas por un alto grado de estrés por déficit hídrico. Esto conllevará a un desplazamiento forzoso de entre 24 y 700 millones de personas en algunas áreas áridas y semiáridas.

Sobre la Fundación We Are Water

La Fundación We Are Water, impulsada por la empresa Roca, tiene como objetivos, por un lado, sensibilizar a la población en general y a las administraciones sobre la necesidad de fomentar una nueva cultura del agua en el mundo y, por otro, paliar los efectos negativos relacionados con la falta de recursos hídricos, mediante el desarrollo de proyectos de cooperación y ayuda junto a diversas organizaciones como Educación Sin Fronteras, Fundación Vicente Ferrer, Intermón Oxfam y Unicef.

No hay comentarios:

Publicar un comentario